Un viaje de 5 horas

Deppy cuenta:

Mi ciudad esta divida por un río, así mismo ello lo divide en dos zonas distintas meditas dentro de una, entre la cuales existen rivalidades..

- Polos opuestos..
A mi temprana edad solía meterme en problemas, camine con personas mayores, quienes un día me dieron un arma, que para mí representaba tener autoridad.

- Objeto que representaba tener "autoridad"

- ¿Qué hace un niño con ésto?.

Cosas de niños...........

Solía bañarme en aquel río, sí un niño de los tantos que concurrían al lugar, me gritaba o hacía alguna burla, yo decidía descubrir el arma y lanzar tiros al aire, así ellos saldrían del agua corriendo, gritando en mi contra.

- ¿Tenía Lógica?.
Lo hacía pensando cuan divertido era ver salir corriendo a los otros, eso me causaba risa.
- Sicarios, quienes a su corta edad los educan para matar y no les pesa llevar encima el número de muertos. Mientras uno estudia para no dejar que éstos desaparezcan; investigación, eso debería de hacer yo con mi cabeza.
Rossy cuenta: Fui una niña normal, no tuve todas esas etapas que pasaron los demás, quizás cosas de poco hablar, sí, hubo mucho que no investigué.
Sol cuenta: Solo planeaba como vería mi muerte, que sería después, si hubiese un después "no creo querer morir en este momento".

No hay puertas sin ventanas
Así también como no hay ventanas sin puertas.
Subí la persiana, se abre la cortina.
Corrí el ventanal, me paré un momento sobre ella y respiré..

Escribo desde mi casa, pienso desde mi cabeza.

No importa el lugar, ómnibus, baño, cocina, sobre la casa del vecino, sobre la calle de mi vecinos o en un salón.

Observo lo poco que la noche me deja ver.

10 días para una segunda y última prueba de una de las tantas asignaturas pendientes en mi agenda.
Con ella llegar a decir sobre unas hojas todo lo que me enseñaron o aprendí.

Cables sueltos que uno va atando, al correr los días y meses..

Solo un día para tomar.

Un momento para caminar al sol.

Pensar con tal fuerza de decisión.

Tener idea de hacia donde.

Entre la dulzura y la ironía.

Entre mis piernas y una cama.

Solo un abrigo me acompaña.

Me envuelvo como un sobre.

Casi no me puedo mover.

Mí gata, mi compañía.

Me hace dudar de su especie.

Observo que tiene actitudes caninas.

Felinas también, por supuesto.

Tengo mucha predisposición.

Pero no disciplina.

Aún me tengo que educar.

Educar a mis caprichos.

A mi lengua, boca y pies.

Mirando unos de esos tantos defectos que nos hacen únicos.

¿Cuan única soy?